Mucho se viene hablando de la una nueva legislación (un Reglamento General de Circulación, para ser más exactos) que la DGT presentará durante los meses de primavera, y que gozará de un apartado especial para las bicicletas. La publicación de un borrador de este Real Decreto ya ha supuesto un revuelo de opiniones dispares entre los colectivos cercanos al mundo de las dos ruedas y al mundo de la circulación en general, por ser la bicicleta un elemento que afecta a todos los miembros de la calzada en mayor o menor medida.
A este debate se ha unido la preocupación creciente por los accidentes y atropellos, y que han implicado recientemente tanto a ciclistas profesionales como a aficionados. Esto ha hecho que las nuevas normas cobren un interés mediático mayor de lo que se podía esperar, con vistas a obtener alguna mejora plasmada en la realidad de las carreteras y calles españolas.
Un objetivo claro
De la lectura del borrador de este Real Decreto se extrae la persecución de un objetivo, al menos de palabra y a simple vista, bastante claro: incluir a la bicicleta totalmente en el tráfico global. La DGT quiere borrar sobretodo la posición marginal del ciclista dentro de la vía pública, pasando del concepto de “subordinación” de hasta ahora, al de “coordinación” con el resto de ocupantes de vehículos.
Polémica
Uno de los puntos más polémicos es el hecho de que los ciclistas puedan circular a una velocidad elevada de los descensos de carreteras, algo que hasta ahora no era posible. El arcén sigue siendo el espacio natural para los ciclistas en el caso de las carreteras, y se establecen normas más claras sobre la circulación nocturna, obligando a llevar prendas reflectantes.
No obstante, tampoco ha generado demasiadas simpatías la posibilidad de que los ciclistas tengan que obtener una especie de carné o una formación, todavía sin concretar, lanzada como globo sonda.
Esta formación se uniría a otros componentes ajenos al mundo del pedal hasta ahora, como la obtención de una matrícula, o la contratación de un seguro obligatorio.
Estas medidas ya han sido criticadas por ConBici, principal plataforma para la promoción de la bicicleta y para los intereses de los ciclistas, ya se ha mostrado contrario. A través de su portavoz han manifestado que imposiciones tales como tener que obtener matrícula o seguro no sólo son contrarias a la esencia misma de montar en bicicleta para hacer deporte o para acudir al trabajo, sino que van en contra de lo que se está haciendo en Europa: “en lugar de imponer nuevas trabas al uso de la bicicleta, se ponen en práctica medidas que incentiven su uso, como ventajas fiscales, o nuevas infraestructuras”.
La circulación urbana
El borrador ha mostrado también una preocupación de los responsables por la integración de los ciclistas en la ciudad. Los ciclistas podrían tener más libertad para circular por toda la extensión de un carril urbano, sin pasar lógicamente de los 50 kilómetros por hora, o de los 30 en las zonas que así lo estipulan.
También podrían tener la facultad de adelantar a los automóviles parados momentáneamente ante semáforos en rojo, algo que se ve habitualmente en las ciudades, pero que no está regulado.
De la misma forma, en las vías urbanas con una limitación de 30 kilómetros por hora sería posible la circulación en sentido contrario, otra norma que no ha terminado de convencer a los colectivos.
Otra de las incógnitas se refiere a la circulación por las aceras, en una coexistencia con el peatón. Además de este misterio, se añaden otros, como la posible legitimización del uso de los pasos de peatones, si no existe otro medio para cruzar. Por otro lado, parece que el casco sería obligatorio en vías urbanas, lo que también ha levantado polémica.
Las reacciones
Las asociaciones agrupadas en torno a ConBici no han tardado en considerar que todo el proceso estaba hecho “con ausencia de buena fe” por no interactuar en el proceso de dar forma al nuevo reglamento, y sin mostrar ningún dato que demuestre la necesidad de las medidas filtradas a través del borrador.
Por otro lado, algunas asociaciones de autoescuelas han criticado las normas referidas a la mayor libertad que los ciclistas podrían tener en las vías urbanas, lo que se traduciría según su opinión en un aumento del riesgo en la seguridad vial, sobretodo para aquellos que todavía no gozan de seguridad al volante.
Por su parte, la Red de Ciudades por la Bici, asociación de la que forman parte 46 ayuntamientos se ha mostrado contraria a la obligatoriedad del uso del casco en vías urbanas, ya que, han explicado, “los estudios actuales no demuestran que el uso del casco represente una reducción de los accidentes y, sin embargo, sí reduce el número de ciclistas que usan la bicicleta como medio de transporte, lo que disminuye a su vez la seguridad de los ciclistas”.
Lo que se ve de la misma forma desde todos los colectivos, en todo caso, es que la circulación de los ciclistas debería ser incluida en los temarios de Educación Vial.
Habrá que esperar unas semanas para que todas estas medidas gozen de oficialidad, aunque parece que, por el revuelo levantado, puede ir para largo. Si queréis más información, aquí encontraréis el borrador completo facilitado por la DGT.
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